A comienzos de los años 50 se llevó a cabo la reconstrucción de Europa tras la Segunda Guerra Mundial, con préstamos de otros países. Esto ayudó a Europa a recuperarse, y el continente vivió un aumento económico considerable. Disminuyó la pobreza y el hambre, lo que también contribuyó a reducir el descontento de la población y, por tanto, aportar estabilidad política a los países que se beneficiaron de estas ayudas.
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